PLAN
DE DERECHOS HUMANOS
El enfoque basado en
los Derechos Humanos se centra en los grupos de población que son objeto de una
mayor marginación, exclusión y discriminación. Este enfoque a menudo requiere
un análisis de las normas de género, de las diferentes formas de discriminación
y de los desequilibrios de poder, a fin de garantizar que las intervenciones
lleguen a los segmentos más marginados de la población.
Este plan pretende ser un marco conceptual
para el proceso de desarrollo humano. Desde el punto de vista normativo, se
basa en las normas internacionales de derechos y, desde el punto de vista
operacional, se orienta a la promoción y protección de los Derechos Humanos. Por
ello, durante el gobierno de Nuevas Ideas, será necesario analizar las
desigualdades que generan los problemas de desarrollo, corregir prácticas que
discriminan y resolver el reparto injusto de poder que obstaculiza el progreso
en materia de desarrollo del país. Es así que desde el Estado garantizaremos el
desarrollo humano y estableceremos la política social como un derecho de todos.
También impulsaremos políticas institucionales para que las personas se
apropien de sus derechos y participen de manera activa en su desarrollo social,
controlando las acciones públicas en esta área.[1]
Un gobierno con enfoque en los Derechos
Humanos
Los
derechos iguales e inalienables de todos los seres humanos establecen las bases
para la libertad, la justicia y la paz en el mundo, de acuerdo a la Declaración
Universal de Derechos Humanos, adoptada por la Asamblea General de las Naciones
Unidas en 1948.
El
enfoque basado en los Derechos Humanos se centra en los grupos de población que
son objeto de una mayor marginación, exclusión y discriminación, como:
población LGBTI+, pueblos originarios, personas con discapacidades físicas,
niñez, mujeres y la población rural.
En
este sentido, desde el Estado se debe garantizar el desarrollo de programas que
vean en el pleno ejercicio de los Derechos Humanos el fin último del desarrollo,
y con ello, que las
personas sean consideradas agentes principales de su propio desarrollo, en
lugar de receptores pasivos de productos y servicios. Además de ejecutar estrategias
que proporcionen empoderamiento, en lugar de negarlo.
Estos
programas tendrán como objetivo reducir las desigualdades al empoderar a
quienes se han quedado atrás. Las normas de los Derechos Humanos dirigen la
formulación de objetivos, metas e indicadores medibles durante la ejecución de
los programas.
Centralidad humana
Es necesario que las políticas,
decisiones y propuestas gubernamentales tengan en su base a las personas, desde
el momento de la concepción, de conformidad a la Constitución de la República y
los instrumentos internacionales de Derechos Humanos ratificados por el país;
para lo cual se requiere el enfoque Derechos Humanos, que atienda a las
necesidades diferenciadas de los grupos y poblaciones, con énfasis en quienes
se encuentran en condiciones de mayor vulnerabilidad, a fin de potenciar sus
capacidades, su integración social y política, y el desarrollo inclusivo del
país. Los Derechos Humanos deben ser el principio rector de la política de
desarrollo.
Por eso, es vital superar las visiones
estrictamente mercantilistas que no atienden a la centralidad humana, y que
pretenden la explotación de las personas y la naturaleza, sin importar los
costes sociales y ambientales. Además, se deberá promover el enfoque de Derechos
de las Mujeres, así como la eliminación de todas las formas de violencia y
discriminación que atenten contra los derechos de la niñez y adolescencia, las
personas adultas mayores, personas con discapacidad, personas con enfermedades
crónicas, personas LGTBI+, indígenas, migrantes o de cualquier otra índole en
condición de vulnerabilidad dentro del país. Para esto es necesaria la
educación, la capacitación y la sensibilización del personal estatal, el cuerpo
docente y el alumnado público y de centros educativos privados, y de la
población en general.
Para el desarrollo de las siguientes
propuestas, tomamos como base la Plataforma de Derechos Humanos, presentada por
la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos, con el objetivo de
responder a las necesidades identificadas por dicha institución.
PROPUESTAS:
·
Promover
el empoderamiento, la organización y participación ciudadana en los niveles
local, municipal y nacional, así como el acceso a información pública, y que se
cuente con recursos idóneos y efectivos dentro de la administración
gubernamental.
·
Fomentar
y facilitar espacios para la organización social y comunitaria de la población,
como medio para el control social, la participación en la toma de decisiones
para exigir el cumplimiento de derechos y formar parte de la solución de los
problemas que le afectan directa o indirectamente.
·
Fortalecer
el Sistema Nacional de Protección de Derechos Humanos.
·
Sensibilizar
a los funcionarios sobre el enfoque de que la administración de la cosa pública
no implica brindar soluciones excluyentes a los problemas del país; es decir,
brindar respuestas integrales, sostenibles e integradoras, que tomen en cuenta
a los diferentes sectores y poblaciones de la sociedad.
Necesidad
de sistemas públicos de información estadística
Es necesario contar con un censo
nacional actualizado, que incluya a las diferentes poblaciones del país,
incluida la población indígena y afrodescendiente, entre otras; así como un software
que sistematice toda la información estadística producida por el Estado, y que
ayuden a contar con una lectura fidedigna de la realidad, que sustente las
medidas y políticas gubernamentales, así como el control social de la
administración pública.
Adecuación
de mecanismos para la participación política, social y pública
·
Promover
la adecuación de las normas, políticas y prácticas gubernamentales para
facilitar el acceso a la participación política, social y pública de las
diferente poblaciones y grupos de El Salvador, especialmente aquellos
históricamente excluidos. De esta manera se procurará la atención de sus
necesidades, intereses y condiciones particulares, dando valor a la diversidad
e inclusión de los diferentes integrantes de la sociedad salvadoreña en la toma
de decisiones a nivel comunitario, municipal y nacional.
·
Promover,
para el fomento de la democracia real, el acceso a cargos públicos y de
elección popular de representantes de las diferentes poblaciones y grupos del
país.
Promover
la modificación de patrones socio-culturales excluyentes y discriminatorios
Es necesario realizar un examen
exhaustivo a nivel gubernamental de todas las prácticas y conductas que tengan
o puedan tener un impacto discriminatorio contra las mujeres y los grupos en
condiciones de vulnerabilidad; y adoptar las medidas necesarias para superar la
discriminación y los estereotipos que afectan negativamente el ejercicio de sus
derechos, así como la sanción y reparación cuando se realicen trasgresiones de
los Derechos Humanos, basados en hechos discriminatorios de cualquier
naturaleza.
Políticas,
asignación presupuestaria y reforma fiscal
Hasta
ahora, las políticas y asignación presupuestaria se han visto afectadas por
situaciones negativas, tales como la baja asignación presupuestaria al gasto
público social; particularmente en lo concerniente a la salud, vivienda, medio
ambiente, educación, protección social, entre otros. Al tiempo que persiste la
poca coordinación institucional y se continúa con la financiación insuficiente
de instituciones o unidades administrativas, así como los planes o programas
dirigidos a determinadas poblaciones; lo que deviene en un obstáculo para el
goce pleno de los Derechos Humanos, especialmente en lo que respecta al
cumplimiento de la obligación de realizar progresivamente los derechos económicos,
sociales y culturales.
A
lo anterior debe agregarse que el presupuesto público no está vinculado a una
planificación de largo plazo, y no existen mecanismos de evaluación sobre su
eficiencia y efectividad, por lo que se vuelve necesario que se tomen en cuenta
las siguientes consideraciones:
·
Revisar
y adecuar las políticas públicas, planes y programas, con el objeto de que las
acciones que se impulsen contengan el enfoque de Derechos Humanos y mantengan
consistencia a lo largo del ciclo presupuestal; asegurando además que dichas
acciones cuenten con financiamiento y recursos adecuados.
·
Analizar
y reorientar el gasto público del Presupuesto General del Estado a efecto de
que la cuantificación del porcentaje destinado brinde efectividad en el
cumplimiento de derechos específicos, tales como la protección al medio
ambiente, vivienda, servicios, salud, alimentación, actividades recreativas y
culturales, educación, protección social, trabajo, entre otros.
·
Realizar,
en cada dependencia, una revisión de normas y procedimientos, con el fin de
estandarizar y coordinar esfuerzos; que permitan, por una parte, incorporar
indicadores que midan su efectividad; y, por otro lado, establecer estrategias
de colaboración interinstitucional, cuya actividad concurra respecto de derechos
específicos.
·
Efectuar
la evaluación sobre la eficiencia y efectividad del
Presupuesto General del Estado, con base en el enfoque de Derechos Humanos y los
compromisos adquiridos en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, y los
17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, con miras a
garantizar la realización progresiva de los derechos y asegurar el uso
eficiente de los recursos disponibles.
·
Implementar
y/o reforzar la formación en materia de Derechos Humanos a todo el personal de
la administración pública. Esto incluye a personal técnico, administrativo,
jurídico, mandos medios y superiores.
·
Proponer
un presupuesto para la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos que
se corresponda con el amplio mandato constitucional y legal que le han sido
otorgados a esta institución, tal como lo han recomendado distintos organismos
y mecanismos de las Naciones Unidas al Estado salvadoreño desde hace varios
años.
En
concordancia con lo anterior, y para que el gasto público social cuente con
cobertura y suficiente presupuesto, es necesario que la política fiscal deje de
ser baja y regresiva y se convierta en una herramienta para el desarrollo. En
esa lógica, se podrá contribuir a la reducción paulatina del alto nivel de
exclusión y desigualdad que afecta principalmente a las mujeres y a las
poblaciones en condición de vulnerabilidad. Al respecto, el Instituto
Centroamericano de Estudios Fiscales ha propuesto:
·
Crear
de una política nacional de transparencia, combate a la corrupción y gobierno
abierto, así como una política de datos abiertos, la cual incluya mecanismos de
participación ciudadana y rendición de cuentas, con el fin de legitimar el
quehacer de la administración pública frente a la sociedad.
·
Garantizar
el bienestar de la población, a través de la búsqueda de la universalización de
los bienes y servicios públicos, además de vincular la planificación con
presupuestos por resultados y crear un sistema nacional de inversión pública.
·
Revisar
la matriz tributaria actual, a fin de dotarla de simplicidad, efectividad y
progresividad.
·
Fortalecer
la administración tributaria, eliminando los privilegios fiscales
injustificados e implementando acciones directas contra la evasión y la elusión.
I.
Temáticas de especial preocupación
La
violencia y la inseguridad generalizada
La situación
grave de inseguridad en el país, que actualmente se expresa con especial
énfasis en el alto índice de homicidios y feminicidios, extorsiones, presencia
y control territorial por parte de las pandillas, crimen organizado,
desplazamiento forzado, la situación sumamente crítica de condiciones
inadecuadas en el sistema penitenciario y la violencia social generalizada,
requiere no solo de planes efectivos de investigación y represión del delito,
sino de que los mismos sean elaborados con un enfoque basado en los Derechos
Humanos, que privilegien la prevención de las causas que generan dichas
problemáticas, con la finalidad de crear ambientes comunitarios de convivencia
y de resolución pacífica de los conflictos.
El estándar
en esta materia, desde la perspectiva de los Derechos Humanos, refiere que las
políticas de seguridad pública y ciudadana no pueden limitarse al combate
frontal contra la delincuencia, sino que deben establecer con prioridad el
desarrollo de las labores de prevención, y garantizar de forma efectiva los
derechos particularmente afectados por los diversos delitos, como el derecho a
la vida; el derecho a la integridad física; el derecho a la libertad; el
derecho a las garantías procesales y el derecho al uso pacífico de los bienes.
No está demás decir que esto tiene un impacto positivo en el goce de los
derechos civiles, políticos, económicos y culturales y para un ambiente libre y
democrático.
Por otra
parte, desde el Estado debe existir la claridad de que los contextos de
inseguridad hacen necesario desarrollar:
·
Políticas
de protección y atención integral a las víctimas de la violencia y de delitos.
Tras su comisión, las acciones Estatales suelen centrarse –con poca
efectividad– en la persecución del delincuente, pero muy poca atención se da a
la restitución plena de los derechos de la víctima y su familia. Su protección
durante los procesos judiciales y el evitar su revictimización deberían ser una
prioridad para la administración.
·
La
Ley Marco de Convivencia Ciudadana y Contravenciones Administrativas, la cual
tiene una vocación de aplicación y desarrollo local y comunitario.
·
Un
estudio serio sobre la dimensión el fenómeno del desplazamiento forzado a causa
de la violencia (que actualmente constituye también una importante causa de la
migración irregular), su falta de reconocimiento formal por parte del Órgano
Ejecutivo resta efectividad a los pocos mecanismos de protección y asistencia
integral a las víctimas diseñados a tal efecto.
·
Replantear
las políticas, planes y lineamientos estratégicos para la protección de los
mismos; ya que se identificaron múltiples causas para emprender el viaje, entre
las que destaca la falta de credibilidad en el funcionamiento efectivo de las
instituciones públicas, sobre todo ante la situación de inseguridad (que
también fue un factor reiterado por la mayoría de jóvenes). Así como la
necesidad de protección de las familias, que por hechos de violencia de grupos
de pandillas decidieron migrar para salvaguardar su vida ante la falta de
respuesta del Estado.
A
partir de este marco, y para garantizar un ambiente de bienestar personal y
familiar, en libertad y convivencia pacífica y democrática, nuestro gobierno
debe comprometerse a realizar esfuerzos sistemáticos para instaurar condiciones
de seguridad ciudadana que permitan el pleno goce de los derechos fundamentales,
para ello deberá:
·
Reenfocar
los planes y programas de seguridad en la prevención y control de las causas
que generan la violencia y la delincuencia, con especial protección en aquellas
poblaciones más vulnerables que pertenecen a comunidades pauperizadas, con
especial énfasis en niñez, adolescencia y mujeres.
·
Crear
políticas basadas en el enfoque de seguridad humana y ciudadana, que permitan
el diseño y la implementación de programas especializados de asistencia y
atención integral de las personas víctimas de la violencia y de la
delincuencia, los cuales deben ser dotados del personal idóneo y del
presupuesto suficiente.
·
Establecer
mecanismos institucionales de coordinación y atención inmediata a las personas
y familias víctimas de desplazamiento forzado interno, que accionen oportuna y
positivamente en su asistencia y protección, y en consecuencia, se registren
oficialmente los datos estadísticos vinculados a la problemática.
·
Adoptar
medidas para el reconocimiento del desplazamiento forzado por la violencia e iniciativas
de ley para la protección y atención de las víctimas de este.
·
Reimpulsar
y fortalecer la implementación plena de la Ley Marco de Convivencia Ciudadana y
Contravenciones Administrativas, como un cuerpo normativo que permite el
abordaje de las causas de la violencia y la delincuencia mediante un enfoque e intervención local y comunitaria,
para lo cual es esencial crear las políticas y planes para su desarrollo, y
dotarlas de un presupuesto específico.
·
Revisión
e incorporación de Políticas Públicas Integrales para que los salvadoreños no migren
en situación irregular y de riesgo.
Lucha
contra la corrupción
Si bien en la actualidad se observan
avances en la lucha contra la corrupción y la impunidad, como la derogatoria de
la Ley de Amnistía General para la Consolidación de la Paz, la aprobación o
fortalecimiento de leyes y políticas relacionadas al acceso a la información
pública, transparencia, austeridad, probidad y de ética gubernamental. Aún
existen barreras y brechas que el órgano ejecutivo puede contribuir a cerrar,
considerando, además, que la corrupción no es un proceso que inicia de manera
espontánea dentro de las instituciones del Estado, ni es producto solo del
funcionariado público, sino que muchas veces es generada y promovida por
agentes externos con fuerte poder e intereses económicos privados.
Los estándares internacionales en la materia refieren
que los Estados tienen el deber de adoptar los mecanismos necesarios para crear,
reformar o adecuar sus cuerpos normativos, administrativos u otros vinculados,
para garantizar el ejercicio de los Derechos Humanos frente a las vulneraciones
y restricciones que produce el fenómeno de la corrupción, y que en todo momento
la lucha contra esta grave problemática debe integrar efectivamente el enfoque
de Derechos Humanos y no afectar negativamente su disfrute.
Frente
a estas problemáticas, y teniendo claridad que la corrupción es un complejo
fenómeno que afecta a los Derechos Humanos en su integralidad, el Estado deberá
implementar una serie de medidas para prevenir, evitar y desmontar aquellas
disposiciones y prácticas que la propicien, entre ellas:
·
Establecer
mecanismos efectivos para erradicar la corrupción, lo que pasa por adecuar la
reglamentación interna de las instituciones, con fiel apego a las disposiciones
de las leyes y políticas relacionadas a la transparencia, el acceso a la
información, la probidad y la austeridad. Integrar a dichos mecanismos a
actores de la sociedad civil y de organizaciones no gubernamentales, a manera
de ejercer una mejor contraloría.
·
Se
dará un impulso a la lucha contra la corrupción y la impunidad mediante
acciones concretas, como la CICIES, que, en consonancia, debe colaborar a
fondo, oportuna y exhaustivamente en las investigaciones judiciales o de
probidad para determinar la responsabilidad de los funcionarios y de terceros
en los actos de corrupción bajo investigación. Para ello, el Presidente solicitará
el apoyo a la ONU y OEA, firmando además un convenio con ambas instituciones, y
se solicitará a la Asamblea Legislativa que se convierta en ley.
La
impunidad y el derecho a la verdad, la justicia y la reparación de las víctimas
del conflicto armado
La Constitución de la República, así como
diferentes convenciones y tratados internacionales ratificados por El Salvador,
consagran el derecho a una garantía judicial específica (como una forma
concreta y efectiva de acceder a la justicia) destinada a proteger de manera
efectiva a las personas frente a la violación de sus Derechos Humanos.
A
partir de este marco, y para garantizar los derechos de acceso a la verdad, la
justicia y reparación, nuestro gobierno realizará esfuerzos sistemáticos para
dar cumplimiento a lo que establece la constitución y las observaciones,
recomendaciones y las sentencias de organismos internacionales:
·
Crear
las políticas, planes y programas especializados de reparación, recuperación,
restitución y atención integral a las personas víctimas y sus familiares, con
participación de las mismas y con enfoque de Derechos Humanos.
·
Creación
de un sistema de monitoreo y seguimiento que formule indicadores que
contribuyan a determinar los avances, estancamientos o retrocesos en la
materia.
Reducción
de la pobreza
Las políticas públicas y los programas destinados a erradicar la pobreza
deben satisfacer las necesidades básicas sobre la base de la igualdad y la no
discriminación. Por lo que se vuelve necesaria la edificación de un nuevo
modelo de desarrollo económico y social que permita a toda la población, especialmente
la que se encuentra en mayor condición de vulnerabilidad, contar con todas las
posibilidades de construir un proyecto de vida digno:
·
Promover
ciudades sostenibles, teniendo como punto de partida el derecho a la movilidad.
Para eso es necesario trascender de un modelo económico de extracción y consumo
masivo de recursos, a otro que no comprometa el medio ambiente y el desarrollo
urbano sostenible, tomando en cuenta la opinión de la comunidad.
·
Empoderar a
la población, brindando equidad en el acceso a la información de riesgos,
reconociendo la diversidad de opiniones y respetando e incorporando a las políticas,
planes y programas la cosmovisión de los pueblos.
·
Proyectar el
salario mínimo en función de la dignidad de la persona humana, enfocando su
cálculo en la canasta básica ampliada, eliminando la brecha actual entre el área
urbana y rural.
·
Implementar
acciones en el sistema de salud, enfocadas a la infraestructura, insumos,
recursos materiales y humanos suficientes; con el fin de brindar atención de
calidad y calidez a los pacientes. Además de desarrollar acciones de difusión
para que la población en condiciones de
vulnerabilidad identifique los mecanismos a seguir para el acceso a los
servicios de salud.
·
Proveer al
personal médico, administrativo y de enfermería de los recursos tecnológicos,
con el objeto de que faciliten la debida integración del expediente clínico,
además de dar cumplimiento a la Ley de Deberes y Derechos de los Pacientes y
Prestadores de Salud. Garantizando que el cambio de una institución pública de
salud a otra no afecte la continuidad o pertinencia de la atención y los
tratamientos que se reciben.
·
Implementar
un programa progresivo de formación y capacitación para el personal médico,
administrativo y de enfermería, respecto a la normativa nacional e
internacional en materia de derecho a la salud, así como sensibilizar sobre la
responsabilidad y ética relacionadas al trato de pacientes, personas usuarias y
familiares.
·
Reforzar las
campañas de divulgación y sensibilización de los derechos sexuales y
reproductivos, enfocándolas principalmente a la niñez y adolescencia.
·
Asegurar el
derecho a la educación de calidad, especialmente en lo concerniente al derecho a
la educación de la niñez y adolescencia, y a la población que se encuentra en
condición de vulnerabilidad; haciendo énfasis en la eliminación de las brechas
de educación entre el área rural y urbana.
·
Revisar y
promulgar una reforma al sistema de pensiones, acompañada de una reforma fiscal
de carácter progresivo, que garantice que no se afecten o limiten los derechos
adquiridos.
·
Implementar,
fortalecer y supervisar los mecanismos administrativos y jurisdiccionales de
control que permitan erradicar las violaciones a los derechos laborales y
libertades sindicales, tanto en el sector público como en el privado.
·
Reorientar la
política gubernamental, dejando de lado la prevalencia de los programas
compensatorios o asistenciales, abordándolos desde un enfoque estructural e integral
que permita cumplir las obligaciones mínimas del derecho a un nivel de vida
adecuado, teniendo en cuenta que el Estado es responsable de garantizar el
acceso a los servicios básicos.
·
Actualizar la
normativa sobre derechos culturales y supervisar que se cumpla efectivamente la
protección y promoción del patrimonio cultural, el fomento y protección de la
propiedad intelectual, la promoción del arte, la ciencia y la cultura; así como
la garantía de que la población goce de los beneficios de progreso científico.
·
Destinar
recursos para fortalecer los programas de acceso y fomento a la cultura en
todas sus manifestaciones.
Medidas
de protección y empoderamiento de las poblaciones en condición de
vulnerabilidad
La
exclusión y la desigualdad son aspectos que se encuentran en la base de muchos
de los problemas estructurales del país, y que se evidencian con las crisis
sociales y políticas actuales, así como en la escaza participación de las
poblaciones y grupos en condiciones de vulnerabilidad en la toma de decisiones
en el ámbito público y privado, donde por regla general continúan rezagados o
cumpliendo papeles secundarios o subordinados.
La defensa y promoción de los Derechos Humanos de las Niñas, Niños,
desde la primera infancia, Adolescentes, Mujeres, comunidad LGBTI+, pueblos
indígenas y afrodescendientes, y otras poblaciones y grupos en situación de
vulnerabilidad, es básica dentro de un gobierno que aspira a ser democrático, y
es un aspecto que se vincula íntimamente con
los principios de igualdad y no discriminación.
De
lo anterior se colige que deben eliminarse y evitarse las restricciones
discriminatorias y desventajosas que inhiben del ejercicio de Derechos Humanos
a personas, sectores o poblaciones específicas, y brindarse condiciones para
que todas las personas ejerzan sus derechos y disfruten sus libertades
fundamentales sin limitaciones más que las que legítimamente contempla la ley.
Lógicamente,
el ejercicio pleno de los Derechos Humanos fortalece la democracia, al igual
que la participación efectiva de los distintos integrantes de la sociedad, lo
que además legitima las decisiones gubernamentales y favorece la construcción
de soluciones duraderas e integrales a los problemas que aquejan a las
sociedades.
De
ahí que es necesaria la adopción de acciones afirmativas en favor de los grupos
que han sido históricamente excluidos, a efectos de incluirles en la toma de
decisiones que les afecten. No deben tolerarse ni promoverse restricciones a
sus derechos basados en un trato desigual.
Por
tal razón, será primordial promover instituciones, normas, políticas y
prácticas incluyentes, donde la ciudadanía conozca y exija sus derechos, y el
Estado procure los medios necesarios para la protección, garantía y respeto de
los Derechos Humanos sin distinción alguna.
Es
importante, señalar, además, que para el desarrollo de un país, el factor
económico es relevante, pero no constituye el todo. En ocasiones parece que lo
social y lo ambiental se ven relegados en orden de importancia, desde las
políticas promovidas e implementadas por los gobiernos, dando resultados que
posteriormente repercuten negativamente, incluso, en el ámbito económico. En
este punto, debe tenerse claro que la parte económica debe estar al servicio de
lo social, no a la inversa, ya que esa idea es la que justifica la existencia
misma del Estado, y, en el caso de las poblaciones y grupos en condiciones de
mayor vulnerabilidad, los esfuerzos del gobierno serán aún mayores para
eliminar esas condiciones desventajosas en las que se encuentran y favorecer el
ejercicio pleno de sus derechos y capacidades.